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La pobreza está aquí

ES imposible cerrar los ojos ante las evidencias porque los datos son contundentes. El Instituto Nacional de Estadística estima que la crisis ahoga ya a más del 60 por ciento de los hogares españoles. Más aún, un 20 por ciento de los ciudadanos está por debajo del umbral de la pobreza, con especial incidencia en las mujeres y en los hogares cuya persona de referencia es mayor de 65 años. El problema alcanza a todas las comunidades autónomas, si bien resultan especialmente llamativos los altos índices de Extremadura y Andalucía. En esta última, las familias que no llegan a fin de mes suben hasta el 70 por ciento y las que son pobres, hasta el 30 por ciento. Las cifras oficiales del INE se suman a los informes que proceden de Cáritas española, según los cuales la población que sufre la «pobreza extrema» es la que más aumentó en 2009. También las casas de empeño ofrecen indicios relevantes de la gravedad de la situación: en 2008, los Montes de Piedad registraron su mayor incremento de actividad de los últimos cuarenta años.

Nadie puede llevarse a engaño, y mucho menos un presidente del Gobierno que hasta hace pocos meses negaba la existencia de la crisis. La gente sufre en carne propia el drama del paro y la ineficacia absoluta del Ejecutivo para generar confianza en una sociedad escéptica y desmoralizada. Los datos dibujan la verdadera realidad de un país que no se pueden ocultar con ocurrencias para salir del paso o con dogmas ideológicos trasnochados. Rodríguez Zapatero debería analizar con detalle estos datos y no dedicarse a culpar a la oposición, a los empresarios o a todos aquellos que no están dispuestos a aceptar las falacias que plantea un Ejecutivo desbordado por los acontecimientos. Lo de menos es conseguir que se aprueben «como sea» los Presupuestos Generales del Estado o lanzar cortinas de humo para distraer la atención de la opinión pública de los problemas que importan de verdad a los ciudadanos. Es lamentable que, en una situación de extrema gravedad, se pretenda gobernar a base de operaciones de imagen al servicio del partidismo y la coyuntura inmediata.

Más del 28 por ciento de los hogares españoles no tienen capacidad para afrontar los gastos previstos -incluidos préstamos o hipotecas- y un número significativo carecen ya de la posibilidad de mantener su vivienda con una temperatura adecuada. Para más de un tercio de las familias pasar una semana al año de vacaciones fuera de casa se ha convertido en un lujo inalcanzable. Debe tenerse en cuenta, además, que los datos oficiales hacen referencia a los meses de abril y junio de 2008, por lo que no recogen todavía la fase más profunda de la recesión. Subir los impuestos a las clases medias, negarse a cualquier debate sobre la flexibilización del mercado laboral y rechazar un plan de austeridad para reducir el déficit son medidas que conducen directamente al abismo. Cuando no hay trabajo para ningún miembro de la familia y ni siquiera se puede garantizar el mínimo vital, lo urgente es tomar medidas eficaces y no sirve de nada continuar con una retórica vacía de contenido. Es evidente que este Gobierno no está a la altura de las circunstancias, porque -como demuestran los datos del INE- la pobreza ya está aquí y la sociedad no confía en unos gobernantes incapaces.

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