Corría el año 2000 cuando Alex Pentland, profesor del MIT y uno de los científicos más importantes del mundo según Forbes, auguraba un futuro de prendas inteligentes que actuarían "como asistentes personales... tratando de anticiparse a las necesidades". Hablaba entonces de cómo objetos inanimados como zapatos o guantes podían hacer más sencilla la vida de quien los llevase puestos. Hoy los tejidos inteligentes o ‘smart textiles’ son una realidad y, como Pentland auguró, pueden percibir una situación por sí mismos y actuar en consecuencia. Unas sábanas antiestrés que neutralizan las cargas electroestáticas del cuerpo, un pijama con aislamiento térmico que mantiene el calor corporal o una prenda que cambia de color si detecta que un bebé tiene fiebre son algunos ejemplos de los proyectos comerciales que se están realizando en España.
La investigación con tejidos inteligentes en España está siendo liderada por institutos tecnológicos como Aitex, Cetemmsa o Tecnalia. Los ‘smart textiles’ nacen de la investigación aplicada a nuevos materiales o añadiéndole funciones a las prendas que amplían sus capacidades originales. Existen dos tipos de productos en función de cómo hayan sido realizados: las prendas que perciben las situaciones mediante sensores y actúan mediante motores, luces o pantallas y aquellas compuestas por materiales inteligentes, que basan su capacidad de r eacción en la propia estructura molecular del tejido. Entre los primeros se encuentran los dispositivos que se colocan dentro del zapato o del calcetín y que transmiten información a un equipo externo sobre la forma de correr o caminar de una persona. En el segundo caso también puede haber sensores pero estos se encuentran integrados en el propio tejido, algo que requiere de una investigación más compleja. En este sentido, Tecnalia trabaja en un material que sea capaz de informar al deportista de la postura en la que obtiene un mejor rendimiento.
Múltiples posibilidades
El subdirector de I+D del Instituto Tecnológico Textil (Aitex), Vicente Cambra, valora el sector de los tejidos inteligentes en España como “incipiente”. Cambra apunta a los tejidos funcionales y de valor añadido como una buena forma que tiene el producto español para competir con las prendas de bajo coste que vienen del mercado asiático. “Los tejidos inteligentes son un ejemplo de esos textiles funcionales. En el caso de los deportes, España está pudiendo hacer frente a esa competencia”, explica.
Las nuevas posibilidades están orientadas más allá de un único sector. Su desarrollo está orientado a facilitar la vida de quien los usa y se aplican también en la automoción, mejorando la autonomía de las personas dependientes o en procesos de rehabilitación, o automatizando ciertas tareas mecánicas como recibir medicación. En cuanto a ocio, las prendas deportivas se mezclan con las de moda incluyendo elementos interactivos y útiles variados. Las prendas inteligentes, no obstante, aún deben superar algunas barreras para su implantación masiva. Además del reto que suponen en cuanto a investigación, su desarrollo tiene un coste adicional, y no todos los usuarios quieren o pueden pagarlo. Cambra sostiene que aún falta tiempo para que este tipo de tejidos se produzca de forma masiva, y no sólo por los avances intrínsecos en materiales sino porque la tecnología que a veces los acompaña no avanza tan rápido como para poder integrarla de forma adecuada en las prendas. Un ejemplo sería la mejora en las baterías, algo ajeno al propio tejido pero cuyos avances en cuanto a autonomía y miniaturización permiten integrarlas en superficies cada vez más pequeñas.
Las empresas, por su parte, también tienen que apostar por invertir en la tecnología que se desarrolla desde los centros tecnológicos. Como si de un círculo se tratara, un mayor volumen de producción equivale a un abaratamiento del coste final del producto, lo que puede traducirse en más gente interesada en adquirirlo repercutiendo de nuevo en una bajada de precio. Desde Cetemmsa se hace hincapié en que los tejidos inteligentes “resuelven una necesidad real de mercado. Aunque en su guía para el desarrollo de este tipo de productos se reconoce que los llamados ‘smart objects’ son productos, “en algunos casos, minoritarios” también se explica que pueden conquistar nichos de mercado de referencia. “Pertenecer a estos grupos minoritarios, que distinguen al usuario, es una apuesta reservada para las empresas que buscan una distinción especial”, añade.
La doctora Nieves Murillo, investigadora de Tecnalia, destaca que una de las áreas más importantes para que el sector de los tejidos inteligentes se siga desarrollando a buen ritmo es la estandarización, un área en la que los centros tecnológicos ya trabajan juntos en favor de un avance beneficioso para todos ellos. “Estos materiales necesitan ser resistentes cuando vayan a lavarse, ya sea en la lavadora o en seco, o que sean ignífugos. Por eso la estandarización es importante”, explica Murillo. Aitex, por su parte, lidera el grupo de expertos en textiles inteligentes en el marco de la Plataforma Tecnológica de la Comisión Europea. Entre sus actividades principales destaca el desarrollo de una Agenda Estratégica de Investigación Europea en el campo de la indumentaria inteligente con vistas al 2020.
La última edición del foro de emprendedores orientado al desarrollo de aplicaciones para dispositivos móviles App Date demuestra el gran interés que existe por fusionar tecnología y prendas cotidianas. La elegida como mejor aplicación del año hecha en España fue Gow, una herramienta deportiva creada por una joven empresa valenciana que controla los indicadores fisiológicos del deportista a través de una camiseta inteligente y una plataforma web. La idea de esta aplicación nació de un proyecto de la Unión Europea centrado en la rehabilitación cardiaca en 2007. Su creador reconoce la dificultad de trabajar con este tipo de proyectos, ya que explica que a lo largo de estos años han tenido que adaptarse “a una tecnología en pleno cambio”. “Nos imaginamos construyendo un mundo en el que la distinción entre objetos animados e inanimados comienza a desdibujarse y pasan a ser más ayudantes útiles que herramientas insensibles”, afirmaba Pentland en la pasada década. Hoy estos objetos son algo tangible más allá de su imaginación.