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Prueban con éxito células madre de donante para reparar corazones infartados

El ensayo internacional, liderado por el Hospital Gregorio Marañón, se utilizaría en enfermos que acaban de sufrir un infarto

Prueban con éxito células madre de donante para reparar corazones infartados University of Pennsylvania School of Medicine

n. ramírez de castro

En tres años los hospitales podrán tener en sus estanterías viales con células madre, listos para reparar el corazón de una persona que acaba de sufrir un infarto. Esta es la previsión más optimista de Genetrix , la empresa española que ha desarrollado la primera terapia celular fabricada a partir de células cardiacas de donante. El tratamiento ya ha empezado a probarse en pacientes en un ensayo clínico que lidera el equipo de Francisco Fernández Avilés del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y en el que participan también otros centros sanitarios españoles y europeos.

No es la primera vez que se utiliza el poder regenerativo de las células madre para intentar restaurar los daños de un infarto, pero sí la primera en la que se utilizan células extraídas de corazones pertenecientes a donantes sanos. En otras investigaciones se ha recurrido a las células del mismo enfermo para evitar un posible rechazo del organismo.

Como un medicamento más

El equipo de Genetrix ha identificado un tipo de células madre del corazón que tienen capacidad para regenar el tejido dañado y que no produce rechazo inmunológico. De esta manera, la terapia se puede preparar con antelación y producir a gran escala, como si fuera un medicamento más. «El proceso se abarata y el tratamiento está preparado para usar sin esperar el tiempo necesario para aislar y preparar sus células», explicó Cristina Garmendía, presidenta de Genetrix.

Los resultados en animales de experimentación han sido tan buenos -se ha visto que mejora la capacidad de bombeo tras el infarto mejora- que se animaron a abrir un ensayo clínico con pacientes reales. Hasta el momento se ha tratado a siete personas. Los primeros resultados indican que la terapia es segura y no genera ningún rechazo. Se ha comprobado cómo las células, una vez inyectadas, son atraídas por el corazón a la zona dañada y después se desechan. Ahora el siguiente paso es demostrar su eficacia en 55 pacientes.

Una terapia preventiva

El infarto mata el tejido cardiaco y conduce a un agotamiento de la bomba cardiaca. Al corazón cada vez le cuesta más bombear la sangre y se produce una insuficiencia cardiaca , una enfermedad que mata más en el mundo que muchos cánceres, recordó Fernández Avilés El tratamiento con células madre sería una terapia preventiva para evitar la insuficiencia cardiaca. «Queremos comprobar si es capaz de limitar el daño sufrido tras el infarto y generar nuevo tejido», detalló el cardiólogo Fernández Avilés.

La administración de las células se realiza de una forma muy sencilla con un cateterismo que permite depositarlas directamente en la zona dañada. En el ensayo clínico los pacientes seleccionados son personas que han sufrido un infarto importante y el tratamiento se hace siete días después, cuando el paciente ya está estable. En esos momentos el tejido cardiaco ya ha empezado a morir, pero el corazón aún conserva intacta su estructura. «La experiencia nos dice que los enfermos crónicos que han sufrido un infarto hace tiempo no podrán beneficiarse del tratamiento. La ventana de tiempo para que sea útil está entre el quinto y el décimo día después del infarto», aclaró el jefe de servicio de Cardiología del Gregorio Marañón.

Las células de donantes se obtienen de tejido cardiaco desechado de intervenciones quirúrgicas, como cirugías valvulares, y se expanden en laboratorio hasta alcanzar la dosis necesaria de 35 millones de células por paciente. Cada dosis es bioequivalente, es decir cada vial contiene la misma calidad y número de células madre.

«No será un medicamento caro»

Tras este ensayo clínico hay numerosos años de investigación. Si todo va bien y se cumplen las fechas previstas, las farmacias hospitalarias podrían contar con este tratamiento revolucionario en tres años. «En 2018 debería estar listo para ser utilizado», avanzó Cristina Garmendia quien confía en que «no será un medicamento caro».

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