Si finalmente Natalie Portman (Jerusalén, 1981) no se lleva el Oscar por su papel de Nina en 'Black Swan', será una gran decepción para la actriz que aparece como favorita en todas las quinielas. Y es que hasta llegar a este papel, a este regalo de Darren Aronofsky con el que ya ha conseguido el Globo de Oro, la trayectoria de esta intérprete israelo-estadounidense se ha caracterizado más por la personalidad de los directores con los que ha tenido la suerte de trabajar que por la enjundia de los personajes con los que ha tenido que lidiar. Woody Allen, que suele tener buen ojo y trae buena suerte a sus actrices se fijó en ella para 'Todos dicen I love you'.
Entre esos inicios y la ambiciosa Nina, han pasado por su trayectoria profesional Tim Burton, Mike Nichols, que le proporcionó el papel de bailarina exótica de 'Closer' con el que ganó su primer Globo de Oro como actriz de reparto, Milos Forman ('Los fantasmas de Goya'), Wong Kar Wai ('My blueberry nights') o el George Lucas de 'Star Wars' con el que rodó tres episodios en el papel de la reina Padmé Amidala.
En los diecisiete años que lleva delante de las cámaras ha hecho de todo, desde unos inicios marcados por el control familiar (sus padres obligaban a los directores a eliminar escenas escabrosas y a ella a rechazar personajes siniestros) a un presente en el que empieza a soltarse detrás de la cámara (como otras actrices ha hecho pinitos como directora en el corto 'Eve' y en uno de los 'episodios' que componen el filme 'Nueva York, te amo').
Para el papel que puede ser su definitiva consagración sufrió un año de 'trabajos forzados', no en vano la preparación física de una bailarina de clásico es de las más duras en el terreno artístico. No era la primera vez que se calzaba las puntas, pues de niña había estudiado ballet, pero la necesidad de tener la musculatura a punto y la postura estudiada y el hecho de que el director tuviera dificultades para encontrar la financiación del filme, alargaron un proceso que finalmente se ve compensado por los resultados visuales del filme (que vuelve a tocar el tema de la artista dispuesta a todo con tal de llegar a lo más alto), aunque a estas alturas sea difícil saber en qué porcentaje de las escenas más complicadas fue sustituida vía ordenador. Una parte de la prensa se ha cebado con el asunto de las 'sustituciones'.
Este hecho unido a su avanzado estado de gestación han alimentado comentarios extra cinematográficos alrededor de ella y la película. Natalie Portman se quejaba durante el reciente almuerzo de los candidatos previo a la gala de los Oscar que se hablara más de su embarazo que de la película. Quizá no se acuerda de que ella abrió la espita con unos comentarios algo subidos de tono acerca de su pareja y padre de su hijo (el bailarín Benjamin Millepied, al que conoció durante el rodaje de 'Black Swan') durante el discurso de agradecimiento de los Globos de Oro.
Quizá sean los nervios por estar acariciando la que puede ser su primera estatuilla, pero lo cierto es que últimamente cada vez que abre la boca provoca un incendio. Algo contra lo que no pueden ni sus estudios de Psicología, carrera que terminó, especializaciones incluidas, cuando ya trabajaba como actriz.