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First Dates

¿Rechazo racista en First Dates?

Lucena declaró que no le gustaban nada los latinos porque «son poco serios y he tenido malas experiencias con ellos»

Manuel y Lucena se fueron cada uno a su casa tan solos como habían llegado CUATRO

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Al espacio diario que decica Cuatro a los solteros, First Dates , nunca le faltan aspirantes, pues nunca faltan solitarios e insatisfechos dispuestos a airear sus miserias ante toda la nación . Un exhibicionismo emocional capaz de ocupar cinco horas semanales de televisión. Es una auténtica caja de de sorpresas la reserva de solteros de First Dates . Los yacimientos de excentricidad parecen no agotarse, y siempre tendrán Carlos Sobera y los suyos notables personajes a los que invitar a cenar en compañía.

La semana pasada el programa de citas alcanzó el medio millar de emisiones , siendo ello argumento suficiente para considerar los problemas de emparejamiento que aquejan a los españoles. De lunes a viernes, decenas de personas cenan ante las cámaras con quien Sobera y los suyos hayan decidido, unos por entretenimiento, otros pensando en llegar al altar vía televisiva .

Entró primero Leo , que se considera «simpático, aunque borde a veces» , que apareció por allí con su material de trabajo de los fines de semana. El hombre se dedica a pasar las noches de los sábados haciendo malabares con fuego y escupiendo llamas en discotecas de la provincia de Cádiz. Una pequeña demostración, sin fuego, sorprendió a Sobera cuando salió a recibir al gaditano.

Su pareja, Marta , también gaditana, tenía unas preferencias un tanto extraños : «Quiero otra cosa que no sea el típico chulo playa, ya me he cansado de eso. Ahora busco a alguno un poco tontito para poder manejarlo bien . No quiero que sea muy espabilado, eso no me gusta». Si los emparejadores de First Dates ya conocían estas peculiares inclinaciones desde luego que acertaron, pues Leo podía ser cualquier cosa, pero espabilado no lo era . A pesar de ser «tontito», a Marta no debió parecerle lo suficiente, así que decidió que mejor sería buscando.

A Lucena, una barcelonesa de 45 años, le tocó sentarse a cenar con Manuel, un dominicano que lleva la música en las manos. Este último, afable y simpático, rompió el hielo preguntándole a su pareja por su opinión sobre los hombres latinos . La respuesta de Lucena no fue muy delicada, espetándole de primeras que «los latinos son poco serios, no he tenido buenas experiencias con ellos y creo que mis valores no son muy acordes a los suyos». Al dominicano, como era de esperar, no le gustaron demasiado sus palabras , pero consiguió encajarlas y el resto de la cita fue relativamente cordial. Sin embargo, aunque no ella no llegó a explicar con claridad sus motivos con claridad, Lucena finalmente rechazó al dominicano. Sus palabras fueron bastante confusas, poco claras y sin exponer razones claras para el rechazo, por lo que quedará la duda sobre si se debió a motivos raciales.

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