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«Stranger Things 2»: Aciertos y errores de caer en el pozo de la nostalgia

Las continuas referencias a películas de los ochenta acaban por ser forzadas

Eleven en Stranger Things

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Stranger Things

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Stranger Things

«Las trampas insidiosas de la nostalgia», que escribió Gabriel García Marquez en «Cien años de soledad», lastran el camino hacia el futuro. En la segunda temporada de «Stranger Things» hay tanto empeño en copiar escenas de los clásicos de una época que ya no volverá –por suerte– que se hace más divertido adivinar la referencia que seguir la trama . Es el mal endémico de una serie que no ha dejado de ganar seguidores con cada temporada.

El remate ha sido la aparición de Sean Astin . El miembro de la pandilla original de Los Goonies se incorpora a la segunda temporada con un papel sin recorrido, cuya única relevancia en la trama (Sin spoilers: lo que hace lo podría haber hecho el sheriff, que se conoce bien su pueblo, ¿no?) es recordarnos la película ochentera. Igual que el nuevo laberinto, que procede de otro clásico de la década de las hombreras, la permanente y los calentadores. ¿De verdad queremos volver allí?

Reconocemos que no es justo criticar la segunda temporada de la serie de Netflix por el exceso de nostalgia a estas alturas. Ya lo vimos en la primera y no molestaba. El problema es: ¿era necesario hacerlo tan evidente?

[Contamos parte de la trama, pero no hay spoilers]

Pese a todo, el mayor error de la segunda temporada de Stranger Things es deshacerse de lo que mejor funcionaba en la primera: la pandilla unida y su química en pantalla . Los creadores se han esforzado tanto en crear tramas para cada uno de ellos que se han olvidado de tratarlos como un único personaje, que era precisamente el gran descubrimiento de la temporada primera. La fórmula de la pandilla unida ha traspasado la pequeña pantalla y ha llegado al cine. De «It», el crítico Federico Marín decía que «la relación entre los muchachos tiene hermosos momentos de iniciación. A veces parece que maduran en directo. Incluso sale uno de los chavales de «Stranger things» , serie que bebe del mismo manantial. La moraleja repetida es también irreprochable: la unión y la amistad como mejores armas contra el miedo.» ¿Por qué lo han dejado atrás en esta segunda temporada?

La aparición de nuevos personajes no ha aportado nada . Dacre Montgomery (Billy, el hermanastro mayor de Max) aparece en los primeros capítulos y da la impresión de que va a tener relevancia en los nuevos sucesos. Sin embargo se queda en nada: tan solo un «chulo de pueblo» que llega a los sitios derrapando. ¿En serio nadie en Hawkins le ha denunciado por conducción temeraria? Por su parte Max, la nueva niña que se incorpora a la pandilla, parece introducida con calzador con un papel que es todo un cliché : por un lado la usan para «poner celosa» a Eleven (escena más que forzada) y por otro para dividir a Dustin y Lucas.

Por otro lado, el descubrimiento de Eight, que debía ser pilar básico para entender a Eleven, se queda en agua de borrajas. Las enseñanzas que le lega a Eleven son nulas. Tan solo sirven para enfatizar que Eleven se marcha por el «buen camino». ¿Alguien lo dudó alguna vez?

Y el último: ¿Hasta cuándo va a estar Winona Ryder tan alterada? ¿Está sobreactuada o es su estado natural? Mudarse de Hawkins sería la mejor opción para su salud y la de todos.

Muchas cosas buenas

Pese a todo, «Stranger things» sigue siendo una grandísima serie . Y su segunda temporada tiene cosas magníficas. Para empezar, hay que aplaudir a Netflix y a los creadores que cada temporada sea autoconclusiva. No seríe justo dejar a los fans enganchados para una próxima temporada.

Además, es interesante cómo se ha dejado atrás la parte lacrimógena que seguía la estela de ET para centrarse en el mundo alienígena (o del Otro lado) siguendo el camino de «Alien» y «Encuentros en la tercera fase».

Y, cómo no, Eleven. Su personaje es ya historia de la televisión. Cada capítulo crece (tanto la actriz como la profundidad de su papel) y su madurez permite imaginar a una Eleven con capacidades para traspasar la pantalla y la propia serie.

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