Se decía que Estados Unidos venía al Mundial de España sin estrellas pero era obligatorio matizar: no estaban las mejores, pero sí que tenían estrellas. Aunque jóvenes, a un paso de su cénit y lejos del título en la NBA, Krzyzewski seleccionó a una colección de talentos en la que ayer sobresalieron dos nombres por encima de todos: Kyrie Irving, MVP del Mundial, y James Harden.
Uno tiene 22 y el otro 25 años y son dos de los rostros más importantes del baloncesto estadounidense que viene pero que también está. Harden, poseedor de la que quizás sea la barba más famosa del planeta, fue el sustento de Estados Unidos en el único momento complicado del partido, el gran inicio de Serbia. El escolta de los Houston Rockets despertó el ataque americano con su capacidad para penetrar hasta el aro. Harden no parece muy rápido ni muy fuerte, pero construye arte cada vez que decide irse del exterior hasta la canasta, su viaje favorito, siempre culminado con una mano izquierda privilegiada. Ayer, en la final del Mundial, su zurda anotó 23 puntos en 26 minutos.
A Kyrie Irving, nacido en Australia, la pelota de baloncesto le ama sin condiciones;no hay otra explicación posible al impresionante control que tiene sobre ella, ya sea botando o tirando. Ayer, el jugador de los Cavaliers –este año compartirá equipo con LeBron James y Kevin Love, el nuevo «big three» de la NBA– no falló ni uno de los seis triples que intentó y acabó anotando 26 puntos en 24 minutos. Si sus rivales decidían apretarle y negarle el tiro, su maravillosa agilidad de bote, combinado con su físico, hacía el resto. En la banda, Djordjevic se llevaba la mano a la frente, incapaz de encontrar respuesta a una sola palabra: talento.
Porque siempre es difícil definir qué es el talento, pero viendo a Irving jugar a baloncesto es imposible no entenderlo. Lo mismo sucede con Harden, con Stephen Curry o con Anthony Davis. Esa capacidad para meter la pelota más veces en el aro que nadie siempre ha sido la clave de los equipos de baloncesto de Estados Unidos, extraordinarios en otras cosas, pero asesinos en talento.
Irving culminó su noche mágica levantando el trofeo de mejor jugador del torneo y con su presencia en el cinco ideal, honor que compartió con Pau Gasol, Nicolas Batum, Milos Teodosic y su compañero Kenneth Faried.