LOS BENEFICIOS DE LAS CREMAS

¿Pagaría 2.000 euros por una crema?

Cremas de 1.000 y 2.000 euros. ¿Pócimas mágicas o tomadura de pelo? Este otoño saldrán al mercado tres productos antiedad que se moverán en esas cifras. Casi tanto como una operación de estética.

Por Teresa de la Cierva

Como si de joyas se tratase, algunas cremas para el cutis nos sacuden el bolsillo con precios desorbitados. Venden eficacia y exclusividad, idea que subraya la necesidad de hacer lista de espera para conseguirlas. Ahora la pregunta del millón: ¿Lo valen?

Llegados a este punto, es lícito cuestionarse si merece la pena gastarse tres o cuatro veces más dinero que con otra buena crema antienvejecimiento del mercado. Algunas consumidoras dicen que «una vez que conduces un Rolls no se puede volver al Seiscientos». Las casas que las comercializan aseguran que detrás de ellas hay muchos años de investigación, materias primas difíciles de conseguir, fórmulas inéditas, patentes costosísimas. Las dependientas de las perfumerías de lujo cuentan que  tienen clientas que no compran cosméticos de menos de 200 euros porque creen que por menos no son efectivas, y otras -las menos- que piensan que por encima de ese precio les toman el pelo.

Lo que sí es cierto es que -marketing  aparte, que hay mucho-, detrás hay médicos, cosmetólogos, biólogos e investigadores, dedicados en cuerpo y alma a buscar ingredientes exclusivos que tengan un efecto antienvejecimiento mayor que el anterior. Todas las grandes casas de cosmética tienen  departamentos científicos y están obligadas a demostrar sus «promesas» con estudios hechos en cultivos celulares (ya no se permite probar en animales) y tests de consumidoras (aunque  se dice que estos estudios no son tan rigurosos como los que soportan los medicamentos...). La cuestión final es: ¿la eficacia justifica esos precios?

  El principio del lujo

En 1958, la primera crema Re-Nutriv de Estée Lauder marcó el comienzo de las cremas de lujo. Hasta entonces nadie había pagado 115 dólares por una crema facial. Su primer anuncio se atrevía a preguntar: «¿Por qué una crema cuesta 115 dólares?». La respuesta se encontraba en una receta celosamente guardada, mezclada personalmente por Joseph Lauder, esposo de Estée, y un empleado de confianza, de la que salía la crema que usaba la Sra. Lauder. Sus resultados eran tan buenos que decidió compartirlos, y salió al mercado el primer producto de una línea que hoy se conoce como «la línea de oro».

Cuarenta y cuatro años más tarde, en 2002, se lanzó la crema más reafirmante y lujosa de la firma, Re-Nutriv Intensive Lifting Crème (232 euros), que encierra 50 ingredientes naturales exóticos procedentes de los cinco continentes, y todos los descubrimientos realizados en su laboratorio en estos últimos años. Como dice el doctor Daniel Maes, vicepresidente de I+D de los laboratorios, «con su uso regular, la piel termina por ser auto-suficiente y luchar por sí sola contra los procesos de envejecimiento. ¿Esto acaso tiene precio?».

Ahora, se sabe que en octubre sacan una crema que se venderá en contados establecimientos, por la que pedirán 1.000 euros. No podemos aportar más datos porque los responsables de la firma tienen sus bocas selladas (huele a exclusiva con alguna revista).

Otra sorpresa es la que esconden bajo la manga los laboratorios de La Mer. La primera Crème de la Mer  (715 euros, 250 ml) fue -y es- otra de esas cremas de culto en el mundo entero. Su creador, un físico aerospacial de la NASA al que le explotó un experimento rutinario que le produjo severas quemaduras, necesitó doce años y seis mil experimentos para lograr una crema que le regenerase la piel.

En su fórmula, ningún ingrediente milagroso, sólo los minerales de unas algas marinas frescas del Océano Pacífico (su composición es muy similar a la del plasma sanguíneo y a la de las células, por lo que se minimiza el riesgo de alergia), combinados con vitaminas. La gran innovación fue que sus componentes se fermentan «en frío», en lugar de a altas temperaturas como se hace con la mayoría de las cremas, disminuyendo la eficacia de los ingredientes clave (como cuando se sobrecocinan las verduras, que pierden parte del valor nutritivo).

Además, cada frasco se rellena a mano para no alterar la formulación. Otro mérito técnico de Huber fue que el empleo de la Sonoquímica -hoy en día una rama aceptada de la ciencia- que consiste en someter los ingredientes de Crème de la Mer a luces y sonidos, durante dos horas diarias, a lo largo de los 4 meses del proceso de fabricación. Pero la sorpresa que nos deparan ya puede tener la luz y la música incorporada para justificar los ¡2.100! euros que van a cobrar. De sus laboratorios va a salir un nuevo producto tan exclusivo y exquisito que se servirá sólo bajo pedido, por orden de encargo. ¿Cómo justifican ese precio? La respuesta no la tendremos hasta octubre, porque  mantienen el secretismo en torno a este lanzamiento. Lo que sí podemos adelantar es que se trata de tres viales, y todo apunta a que vienen a ser la alternativa tópica a los compuestos que se inyectan en el rostro. ¡Que tiemble el doctor Chams...!

Sí tenemos toda la información de la Sensai Premier The Cream, de Kanebo, que desembarca en septiembre con intención de competir con su predecesora, la Sensai Ex The Cream, más conocida como el Rolls Royce de las cremas. Este producto, que fue un hito de la cosmética en 1988, salió a la calle con un precio de 100.000 de las antiguas pesetas. La que presentan ahora tiene un precio similar, 660 euros, pero como para que los resultados sean los que pretenden hay que usarla en combinación con The Emulsion (410 euros) y The Lotion (260), el resultado es que hay que desembolsar para borrar las arrugas 1.330 euros.

  Capacidad de regeneración

¿Qué tiene de diferente? Que es capaz de proteger el ADN de las células. Esto se traduce en que el organismo se resiste al desgaste y repone continuamente las células dañadas. Todo empezó cuando comprendieron que un producto para el cuidado de la piel no podía transmitir su efecto completo si las células de la piel no estaban sanas, y por tanto, por muy bueno que fuera,  se desperdiciaba la mitad de su efecto. Kanebo, en colaboración con la Facultad de medicina de la Universidad Hamamatsu y con la Universidad Médica Nara, desveló el mecanismo que subyace tras el debilitamiento de las funciones de reparación del ADN, y se puso a buscar una sustancia que estimulara la reparación del ADN. «Tras cinco años de experimentos, descubrimos el extracto de un alga que, además de poseer propiedades destacadas de retención de la humedad, es rica en proteínas marinas naturales con capacidad de regeneración y autorecuperación sumamente altas», nos cuenta el doctor Yoghito Takahasi, científico de la firma. Y empezaron a desarrollar este nuevo cosmético. «Además del alga también hemos incluido el extracto de seda obtenido de los capullos del Koishimaru, un gusano de seda japonés conocido literalmente como el "tesoro diminuto", no sólo porque  posee enormes propiedades de retención de la humedad, sino también por la escasa producción en cada capullo (de ahí su elevadísimo precio)», añade la doctora Reika Takeda, otro de los científicos de los laboratorios nipones. 

Otras cremas de alta alcurnia que acaban de llegarnos del país del Sol Naciente son las de Menard y las Sony, las que utiliza la emperatriz de Japón. El elevadísimo precio de las primeras (450 euros la Crema Hidratante de Noche Embellir) se debe al extracto de Reishi, un hongo carísimo, muy apreciado en la medicina natural por su capacidad de fijar el agua en la piel y por sus cualidades antioxidantes, antiinflamatorias y relajantes. En el caso de Sony (entre 60 y 500 euros),  cuentan con un importante respaldo científico (tras un costoso proceso burocrático, han conseguido la denominación de «quasi-medicamentos»), y un regimiento de médicos, farmacéuticos, químicos e ingenieros que han trabajado muchos años para dar con un ingrediente que frenara el ADN (como han hecho en Kanebo). Ya lo tienen, y es un derivado liposoluble de la vitamina C (la Vitamina C es hidrosoluble y por tanto menos estable) que frena la degradación del ADN en las células cutáneas (Teoría de la Telomerasa). Y para que no digamos que todo es marketing,  hasta el agua de sus formulaciones es diferente: Pico water se extrae a 80 metros por debajo de los Alpes del Sur, y tienen unas moléculas más pequeñas que penetran mejor en la piel. El diseño de sus envases lo han hecho en Pinin Farina, los mismos que diseñan las carrocerías de Ferrari.