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Armas desfasadas y letales usadas hoy en Ucrania: de dardos de la IGM, a bestias asesinas de tanques

Las 'flechettes' descubiertas hace meses en la masacre de Bucha no son las únicas herramientas de muerte que han viajado en el tiempo hasta el conflicto actual; los fusiles anticarro PTRS o el Mosin-Nagant son solo parte del arsenal de los rebeldes prorrusos

Dos soldados empuñan un fusil anticarro
Manuel P. Villatoro

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Más allá de los drones suicidas Switchblade y de los misiles anticarro Javelin, Ucrania ha demostrado que la guerra esconde todavía ese punto convencional que emanaban los conflictos acaecidos tras el derrumbe, cual castillo de naipes, de la Unión Soviética hace medio siglo. Los BTG rusos –'Battalion tactical group' o 'Grupo de batalla táctico'– avanzaron hacia el corazón de Kiev y del Donbás aupándose en la potencia acorazada de los carros de combate, inventados hace ahora más de un siglo. Mientras, los ucranianos han basado su defensa en las armas antitanque de infantería, perfeccionadas en la Segunda Guerra Mundial . En parte, todo sigue igual que hace unas pocas décadas.

El futuro está aquí, pero no ha llegado aún al este de Europa. Las instantáneas que nos deja Ucrania son las de un conflicto en el que está presente todavía parte del arsenal de las guerras mundiales. El ejemplo más claro son los clavos de cuatro centímetros que, hace meses, fueron hallados en los cadáveres de Bucha; una suerte de metralla bautizada como ' flechette ' en la Primera Guerra Mundial. Y en las regiones de Donetsk y Lugansk, germen del conflicto , las imágenes desvelan que los rebeldes prorrusos cuentan con los vetustos fusiles Mosin-Nagant o el subfusil soviético PPSH-41 .

'Flechettes'

' Flechette '. El término no evocaba muerte hasta hace menos de una semana. Hoy, sin embargo, parece imposible separarlo de la barbarie. En la práctica, y tal y como afirma el historiador militar Spencer C. Tucker en sus ensayos, se corresponde con una munición utilizada como metralla desde la Edad Media: «Eran pequeños dardos de punta puntiaguda que contaban con aletas en la cola para estabilizarse». Aunque no fue hasta la Primera Guerra Mundial cuando los franceses la implementaron en sus aeroplanos para arrojarla a manos llenas sobre la infantería. Su forma, fina y alargada, hacía que pudiese perforar un casco militar.

Tucker es de los pocos estudiosos que se ha adentrado en el estudio de las 'flechettes'. El experto es partidario de que, valiéndose tan solo de la fuerza de la gravedad, «golpeaban a velocidades subsónicas equiparables a la de una bala del calibre cincuenta». Debieron ser efectivas en la Primera Guerra Mundial, ya que se siguieron utilizando en Corea y Vietnam . En territorio comunista, de hecho, los norteamericanos cargaron sus obuses con esta munición para detener los ataques masivos de la infantería del Vietcong. Todo por una razón sencilla: su devastador efecto psicológico. Funcionó hasta tal punto que los proyectiles comenzaron a ser apodados 'la colmena' porque el ruido que hacían al cortar el viento se parecía al zumbido de las abejas.

'Flechettes' en la Primera Guerra Mundial

«En Vietnam, cada proyectil ideado para los cañones de 105 mm contenía unas 8.500 'flechettes'. Cuando estallaba, tenía un radio de acción impresionante», desvela el autor anglosajón. Allí, al otro lado del Pacífico, su uso estaba generalizado. El M50A1 Ontos , empleado por el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos contra el Vietcong, montaba seis cañones de este tipo; una verdadera locura. Lo más estremecedor es que las 'flechettes' son todavía utilizadas de forma masiva por el Ejército de Israel a pesar de que algunos grupos en favor de los Derechos Humanos los han descrito como un arma «demasiado nociva» para los civiles. La Corte Suprema del país, sin embargo, ha fallado a su favor.

PPSH-41

La fotografía se extendió a toda velocidad por la red: un soldado ucraniano, esbelto y espigado, portando un arma arribada desde el pasado. El subfusil, elaborado en madera y metal, era un PPSH-41 , el que fuera uno de los mayores símbolos del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. No es para menos. De ' Papasha ' –'Papá', el emotivo apodo que le otorgaron los soldados de a pie– se fabricaron nada menos que seis millones hasta 1947. Y eso, sin contar con las unidades elaboradas en los países satélite de la Unión Soviética. Unos números a los que no se pudo acercar su equivalente en el Tercer Reich, la MP-40 , con apenas un millón y medio.

El 'Pistolet Pulemyot Shpágina 1941' (PPSH-41) fue resultado de la observación y la experiencia soviética. Tras la Guerra de Invierno , el ingeniero Gueorgui Shpaguin supo unificar en él las bondades del Suomi M-31 finlandés y el PPD-40 ; este último, demasiado caro y complejo de fabricar. Su principal ventaja fue la sencillez de diseño, la cual permitía ensamblar uno en menos de ocho horas a golpe de mano de obra muy poco cualificada. Para 1943, el Ejército Rojo ya lo había repartido de forma masiva entre sus unidades en el frente. Su extenso cargador de tambor, que podía albergar hasta 71 proyectiles, terminó de convertirlo en una máquina asesina.

PPSH-41 ABC

No hay dedos en la mano para enumerar las ventajas que tenía el PPSH-41 sobre sus competidores. Su reducido peso –3,6 kilogramos, casi medio kilo menos que la MP-40– lo hacía perfecto para combatir en ciudades, luchar dentro de edificios y limpiar trincheras. Su pequeño calibre de 7,62 mm –más reducido que el 9 mm germano– hacía su retroceso controlable cuando se disparaba en modo automático. Si bien es cierto que su rango efectivo no superaba los 150 metros, también lo es que no estaba ideado para disparar a largas distancias. Pero no lo necesitaba.

Mosin-Nagant

No hubo en toda la Segunda Guerra Mundial un fusil más adorado que el soviético. El Mosin-Nagant , vetusto y resistente, fue alumbrado en 1891 por el capitán del Ejército zarista, Serguéi Mosin , y el diseñador de armas belga León Nagant . Desde entonces vio muchos conflictos. Ayudó a los zares en la guerra ruso-japonesa y en el gran conflicto que se desató en 1914. Los bolcheviques no lo despreciaron y se valieron de él para vencer al Ejército Blanco e intentar poner freno al franquismo en España. Aquí, a la península, llegó a decenas. Hoy, su madera resiste el frío de Ucrania, donde lo portan algunos civiles y rebeldes.

El Mosin-Nagant se convirtió en el fusil predilecto de los ángeles de la muerte soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial. «Adoptado como fusil de francotirador en 1932 y equipado con sencillas y eficaces miras telescópicas, fue entregado a los tiradores soviéticos durante el conflicto», explican Carlos Canales y Miguel del Rey en 'Cazadores de almas' (Edaf). Los expertos, que confirman que era un arma « sólida, robusta y práctica », inciden también en que héroes de la Unión Soviética como el famoso Vasili Záitsev se valió de este arma para dar muerte a un mínimo de 242 germanos. Fue, de hecho, la herramienta que utilizó para acabar con el hombre que Alemania mandó para acabar con su vida: el mayor Königs.

Mosin Nagant en la guerra de Ucrania Twitter

Su gran producción hizo que muchos de ellos se vendieran a Finlandia en los años 20. No obstante, en este país se prefirió usar un modelo con un cañón más pesado que el que estaba en servicio por entonces en el ejército soviético. Habitualmente, los francotiradores finlandeses utilizaban el modelo 28/33 para acabar con sus víctimas. Sin embargo, Simo Hayha , apodado la 'muerte blanca' por sus enemigos, prefería disparar con su viejo M28 por considerarlo más fiable que el resto y porque su pequeña mira era más difícil de detectar. Con él abatió a unos 542 enemigos durante la Guerra de Invierno.

Fusiles antitanque PTRD y PTRS

Aunque ninguna de estas armas puede igualar la silueta, impactante y estremecedora, de los PTRD-41 y PTRS-41 que portan las milicias prorrusas del Donbás desde 2014. Viejos héroes de conflictos pasados, estos gigantes fueron ideados en los albores de la Segunda Guerra Mundial para perforar el blindaje de los carros de combate enemigos. Herramientas básicas en una época en la que la que la ' bazuca ' se hallaba al otro lado del Atlántico y los germanos empezaban a coquetear con el ' Panzerfaust ', los fusiles antitanque se convirtieron en la única defensa ligera de la que se podía valer la infantería rusa para acabar con el puño blindado del Tercer Reich.

La esencia del PTRD ('Protivo Tankovoye Ruzhyo Degtyaryova') y del PTRS ('Protivo Tankovoye Ruzhyo Simonova') era la misma: un fusil potente que disparara munición de grandes dimensiones capaz de perforar el blindaje de los carros de combate. El primero en ser diseñado fue el PTRD. Su padre fue Vasili Degtiariov, quien apostó por el sistema de cerrojo para evitar que el arma se encasquillara. El resultado fue una mole de dos metros de longitud y más de 17 kilogramos de peso que disparaba cartuchos de 14,5 x 114, un tamaño dos veces mayor que la de los fusiles Mosin-Nagant. El PTRS, automático, de 2,2 metros y 21 kilos, llegó poco después.

PTRS-41, en un museo ABC

El mismo Vasili Záitsev dejó constancia en sus memorias de las dimensiones de estas armas: «Los fusiles antitanque eran más altos que yo y pesaban unos veinte kilos». Más allá de su tamaño, lo cierto es que llegaron tarde a la URSS. El historiador Gordon L. Rottman afirma en 'World War II Infantry Anti-Tank Tactics' que, para cuando comenzó la Operación Barbarroja , las armas anticarro habían dado ya un salto cualitativo en Alemania y en Estados Unidos. A pesar de ello, los hermanos PTR eran efectivos si sabían utilizarse. «Tenían una penetración extremadamente buena para su clase, pero debían dispararse contra los flancos y la retaguardia de los carros de combate alemanes», desvela.

Las cifras hablan por sí solas. Si bien los PTRD y los PTRS podían atravesar un blindaje de hasta 40 mm, una cifra nada desdeñable, los Panzer V 'Panther' contaban con hasta 100 mm en su frontal gracias a sus planchas inclinadas. Ambos fusiles anticarro continuaron operativos hasta la Guerra de Corea .

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