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Diego Gallegos, el triunfo de una apuesta por el producto sostenible

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“No existe la alta y la baja cocina, eso son tonterías. Realmente solo se puede hablar de buena o mala”, afirma rotundo Diego Gallegos mientras compartimos un café en Arara. 

El restaurante está en penumbras. Ha amanecido lluvioso en la Costa del Sol ... y el reloj apenas marca las 11 de la mañana. La ‘casa’ del brasileño empieza a emanar olores –sí, de esos que se dice que alimentan– y el sonido de fondo es el de puertas que se abren y se cierran, cuchareos y otros ruidos metálicos, alguna que otra risa, bromas y confidencias entre los miembros del equipo de Sollo y, frente al hotel, el terreno nuevo que va a ocupar el sistema acuapónico ideado por el chef de Campinas, ciudad al norte de Sao Paulo.

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