La tonadillera Isabel Pantoja a su llegada al juzgado de Instrucción número 5 de Marbella (Foto: EFE)

La tonadillera Isabel Pantoja a su llegada al juzgado de Instrucción número 5 de Marbella (Foto: EFE)

Desfile de «malayos» del plató al banquillo

E. MONTAÑÉS

«La Chanel», «Lady Botox», «El Cachuli» o «La Gitana». Con estos apodos los «personajes» de la trama Malaya –hoy disgregada en 30 procedimientos- se colaron en nuestras vidas, singularmente con platós de televisión y programas del «cuore» de por medio, cruzando la finísima línea que separaba la crónica judicial de la crónica puramente rosa.

La propia entrada de algunos de los 95 imputados con más «solera» del «caso Malaya» en la Ciudad de la Justicia de Málaga, en la primera sesión del juicio celebrada el pasado 27 de septiembre, sirve como muestra gráfica de la «parafernalia del corazón» montada en torno a esta instrucción. Como si se tratara de artistas de cine en el Festival de Venecia o de San Sebastián, la ex teniente de alcalde Isabel García Marcos, la ex regidora Marisol Yagüe, el empresario «Sandokán» y el ex alcalde marbellí Julián Muñoz Palomo accedían, uno tras otro, a la escalinata constreñida de periodistas que llega hasta la Audiencia Provincial de Málaga. Alrededor de ellos, una turba de cámaras y alcachofas de todos los platós rosas engullía a los letrados y representantes. Con dificultad, los afamados presuntos corruptos se deslizaban por una alfombra roja digna de los Oscar de la corrupción. Y repetían el «no comment» propio de los más egregios artistas cuando no quieren dar detalles de su vida íntima.

Pero, con fortuna o desgracia para ellos, ésas, sus vidas privadas, se han ido deshojando, pétalo tras pétalo, hasta no resguardarse nada. Se han aireado sus hobbies, sus amoríos, sus problemas laborales, sus pasados y sus presentes. En la mayoría de los casos, cabe decir, con gran empeño personal de cada uno de ellos, que han visto cómo sus cuentas de ingresos añadían dígitos merced a los «Tomates o Salsas Rosas».

Nuestros políticos más «friquis»

Precisamente, en una ya legendaria noche en el mundo del corazón en ese último espacio catódico, el enfrentamiento entre el fallecido Jesús Gil y su pupilo en el Grupo Independiente Liberal (G.I.L.) y a la postre su sucesor en el Consistorio marbellí, Julián Muñoz, inició lo que podemos denominar como la intersección entre el mundo de la política y el del corazón. Se enzarzaron en una batalla dialéctica que trascendía los tejemanejes del cetro municipal y entraba de lleno en la vida personal. Había nacido una estrella.

El desconocido alcalde cobraría luego relevancia política al ser objeto de una moción de censura que colocó en la Alcaldía, con la voluntad de Roca, a Marisol Yagüe, una ex cantante rociera sin carrera política ninguna. Pero Muñoz ya era un habitual de los comentarios de los tertulianos del corazón, que al tiempo iban cobrando nombre a base de repetir la palabra «Malaya» una ocasión tras otra.

El tomate de la «Malaya»

Pocos recordarían hoy alguna de las medidas tomada por ese hombre de pantalones por encima de la cintura y bigote descuidado durante su mandato. Y, sin embargo, casi ningún español se mostraría ignorante acerca de a qué cantante convirtió en imagen de la marca Marbella. El «lío de faldas» que atravesó su liderazgo en Marbella viene hoy a la memoria con ese paseo por las calles de la localidad costasoleña flanqueado por su todavía mujer, Mayte Zaldívar, y su ya amante, Isabel Pantoja. Una imagen que saltó por los aires cuando frente a todos esos reporteros en busca de una prueba de amor se besaron en el Rocío de 2003 y confirmaron que ahí iba a haber mucho tomate.

Un juicio entre «faralaes»

Lo que ocurrió después ya se encargan de repetírnoslo todavía cada noche desde los estudios de «Informe 3», «DEC», «La Noria», «Enemigos Íntimos», «Sálvame Deluxe» y un sinfín de programas más que han rellenado sus guiones a base de crear y alimentar a decenas y decenas de personajes. El ama de llaves y el asistente personal, el sastre, la amiga traidora, la vecina que todo lo ve y nuestros políticos más «friquis». El mundo de la «Malaya» ha enriquecido a unos cuantos fuera de los juzgados. Si bien la prensa del corazón ha ayudado también, como pocas veces, a dar a conocer hasta el último entresijo de una mastodóntica operación policial y judicial. Ha desvelado cómo el dinero entraba a espuertas en casa de los Zaldívar-Muñoz, que ha acabado con ambos en el banquillo, también ha aportado o descartado pruebas trascendentales para el juez Miguel Ángel Torres, que dirigió la investigación inicial del caso, y ha contribuido, correcta o incorrectamente –cada uno opinará- a que se enjuicie preliminarmente a muchos de los imputados. La opinión pública ya tiene a sus propios héroes y villanos en este desfile de «malayos» que se prolongará durante, al menos, el próximo año. La popularidad de muchos de esos rostros, que ya engrosan el imaginario colectivo español, se antoja no obstante eterna. Y el macrojuicio de la «Malaya», sin duda el más folclórico.