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Imagen de la falla municipal de Valencia en marzo de 2020 ROBER SOLSONA | Vídeo: ATLAS
Toni Jiménez

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Las Fallas de Valencia 2021 se celebrarán del 1 al 5 de septiembre si el coronavirus lo permite. Es la propuesta que el Ayuntamiento llevará a la asamblea general de Junta Central Fallera del próximo miércoles. No obstante, los ninots volverán a las calles a partir del 31 de agosto, cuando se producirá la plantà infantil. De esta forma, la capital del Turia vivirá este verano las primeras fiestas josefinas de la historia fuera del mes de marzo, atípicas por la pandemia, aprovechando que el curso escolar todavía no habrá empezado.

El programa de actos «imprescindibles» pactado entre la Generalitat y los representantes de la fiesta contempla llevar a cabo la plantà de los monumentos con el tradicional concurso de premios, una ofrenda distribuida en varios días y la cremà . De momento, no se ha cerrado lo que ocurrirá con los espectáculos pirotécnicos, aunque está claro que no podrán ser masivos. Además, se delimitará el espacio que podrán ocupar las comisiones en la calle, que sustituirá a las carpas, y se creará la figura del «coordinador covid».

Es lo que se extrae de la reunión que han mantenido este lunes la consellera de Sanidad, Ana Barceló, y el presidente de Junta Central Fallera, Carlos Galiana, junto a otros colectivos falleros. De este modo, los distintos municipios de la Comunidad Valenciana podrán autorizar la celebración de cualquier fiesta tradicional , con actos que no impliquen aglomeraciones, a partir del mes de septiembre si se dan las condiciones sanitarias.

Este mismo lunes, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ha condicionado la celebración de las Fallas en septiembre a que se haya alcanzado la inmunidad de grupo al vacunar al 70% de la población. «En esas condiciones», ha afirmado, se podrían celebrar unas fiestas que «nunca serán las que conocemos» y que «de alguna manera cerrarán el ciclo» que se inició con la cancelación de 2020.

Es, precisamente, uno de los dos condicionantes que Sanidad ha puesto sobre la mesa desde el primer momento junto a la situación de riesgo bajo de transmisión -sin superar el umbral de los 50 casos por cada cien mil habitantes- que la región viene arrastrando desde hace casi dos meses.

En cualquier caso, los falleros ratifican la propuesta del Ayuntamiento de Valencia, se empezará a trabajar en todos los protocolos necesarios para poder llevar a cabo las actividades más ligadas a una fiesta que es Patrimonio de la Humanidad.

Imagen de la reunión celebrada este lunes en la Conselleria de Sanidad ABC

Un pilar económico por reconstruir

El 10 de marzo de 2020, Valencia pasó, en pocas de horas, de sentir el atronador disparo de la mascletà diaria en la plaza del Ayuntamiento, a la conmoción del anuncio de la suspensión de las Fallas . Hasta que el coronavirus cambió las reglas del juego, las fiestas solo se habían suspendido durante la Guerra de Cuba y la Civil, y en 1886, cuando los falleros se revelaron contra una tasa municipal que las autoridades querían que se pagara por plantar los monumentos en la calle.

En la calle había ya cadafales a medio plantar que tuvieron que quemarse ante la imposibilidad de desmontarlos. Entre ellos, la meditadora , figura central de la falla municipal, cuyo cuerpo ardió de forma controlada, pero sin previo aviso para evitar aglomeraciones en pleno confinamiento domiciliario.

Los artistas José Ramón Espuig y Manolo Martín, junto al diseñador Escif, decidieron ponerle una mascarilla ante el avance de la pandemia, una imagen que dio la vuelta al mundo e incluso protagonizó la portada de este periódico. Ahora, ese busto aguarda su cita con las llamas convertido en símbolo de la resiliencia fallera.

Durante los últimos meses, algunas comisiones se han puesto de acuerdo para pagarle el alquiler del taller al artista que comparten. Otras han decidido alargar el contrato y encargarle un nuevo monumento o ampliar el que no pudo quemarse. También el Ayuntamiento de Valencia ha apostado por contratar por concurso público dos nuevas obras efímeras para apoyar al sector.

Mientras, la mayoría de esos 'ninots' siguen repartidos entre Feria Valencia y otros almacenes municipales, donde se trasladaron a la espera de cumplir con el fin para el que fueron creados. Pero no será tan fácil. «Son estructuras pensadas para estar en la calle una semana como mucho, no para estar guardadas, y se van degradando. Eso dificultaría una posible plantà. La madera no tendrá la misma firmeza para soportar el juego de equilibros que se diseñó», explicaba en diciembre a ABC Gil-Manuel Hernández, sociólogo y miembro de la Associació d’Estudis Fallers.

El coronavirus ha atacado también el carácter comunitario de las comisiones, donde el goteo de bajas es continuo desde la suspensión de las celebraciones hace un año y dos meses, pese a que cuando la situación epidemiológica lo ha permitido se han realizado algunos actos al aire libre. Ahora, con el anuncio de la vuelta a la actividad de los casales , se espera que el espíritu fallero prenda de nuevo.

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