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Elecciones generales

¿A quién beneficia la caída de la participación en el 10-N?

A las 18 horas, el dato de participación descendió en más de cuatro puntos con respecto a los comicios de abril

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ABC

Es bastante habitual ver a los candidatos llamar a la votación en los últimos días y en las últimas horas de las elecciones, pero no a todos les viene bien en realidad que los ciudadanos acudan a los colegios a depositar su voto. En teoría, la baja participación en unas elecciones no debería posicionar a un partido por encima de otro , ya que se desconoce quién se ha quedado en casa y quién no, pero la experiencia demuestra otras cosas.

La alta participación beneficia a la izquierda y la baja a la derecha. Esta premisa se suele oír hablando de elecciones, pero ¿es cierta la afirmación? Algo de verdad hay, pero es un poco más complejo. En las últimas elecciones, por ejemplo, Sánchez se benefició de la alta participación , motivada durante la campaña por el miedo a la ultraderecha. Sin embargo, todos los analistas coinciden en que si hay pocos el 10-N podría significar que los electores se han adaptado a esta nueva situación y la derecha podría mejorar considerablemente sus datos con respecto a abril .

Los primeros años de democracia se caracterizaron por una alta participación a la hora de acudir a votar y los cambios de gobierno se produjeron en todos los casos con poca gente en casa. Felipe González llegó a Moncloa en 1982 con una participación del 80% y Aznar hizo lo propio en 1996 con un 77%. Y Zapatero venció en 2004 con un 75%.

Con el bipartidismo puro , sí se solía decir que la baja participación beneficiaba a la derecha, pero con la aparición de más partidos en escena es más complejo el proceso. Mientras antiguamente el PSOE luchaba con una amplia gama de partidos en el espectro de la izquierda, ahora esa situación también se produce en la derecha y el voto se diversifica.

Nuevos partidos en escena

Hay que tener en cuenta, en primer lugar, que hay un grupo amplio de ciudadanos que nunca acuden a votar (alrededor del 25% de la población), por lo que, si acude a las urnas, es complicado predecir hacia qué lado dará su voto.

En los comicios de diciembre de 2015, los primeros tras la aparición de Podemos y Ciudadanos a nivel nacional , la participación fue del 73,2%, dos puntos más que en las anteriores. El resultado fue la imposibilidad de formar un Gobierno, ya que el voto se repartió, y el país se vio abocado a la repetición electoral unos meses más tarde. En mayo de 2016, la participación descendió cuatro puntos y la derecha se vio favorecida, con el triunfo de Rajoy, que estaría en el Gobierno hasta la moción de censura de Pedro Sánchez.

En la última llamada a las urnas, el pasado 28 de abril, la participación fue del 75,76%, dos puntos por encima que en 2015, y el acuerdo volvió a ser imposible. El voto se volvió a distribuir entre los cinco partidos y Sánchez se vio obligado a volver a convocar elecciones.

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