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Brasil-Italia, el clásico del fútbol mundial que consagró el viejo Sarriá

Tres décadas después de su memorable partido en Barcelona, las certezas de Italia y los interrogantes de Brasil se miden en Ginebra

víctor pérez - Actualizado: Guardado en: Deportes Fútbol

Hablar del gran clásico del fútbol mundial, Brasil-Italia, nueve títulos mundiales sobre el césped, significa de alguna forma volver al viejo Sarriá, escenario de uno de los mejores partidos del siglo pasado, emblema del Mundial de España 1982. Desde aquella imborrable victoria de hace tres décadas la selección italiana ha sido incapaz de superar a Brasil.

«Si hubiéramos ganado ese partido, el fútbol habría sido diferente», lamentaba Zico hace unos meses, uno más entre los magos de la medular brasileña que habían deslumbrado con su infinito talento, un equipo a menudo comparado con la actual selección española que vive su particular etapa en el Olimpo. Las expectativas para Italia eran muy diferentes, criticado hasta la saciedad el combinado por su «antifútbol» y vilipendiado por entonces el técnico, Enzo Bearzot, por haber recurrido al recién salido de la cárcel, Paolo Rossi, salpicado por un escándalo de apuestas ilegales que le apartó durante dos años del fútbol. Aunque nadie daba un duro por ellos, los italianos fueron de cara.

El sorprendente triunfo de Italia

«Verlo para no creerlo. El magnífico transatlántico brasileño, capaz de navegar con dulzura por las zonas más turbulentas, hizo aguas para hundirse cerca de puerto tras un viaje feliz. Italia realizó el milagro de su mejor fútbol para imponerse sin complejos en unos ordenados contragolpes», relata la crónica de ABC sobre aquel choque disputado el 5 de julio de 1982 en el viejo Sarriá, que finalizó con 2-3 a favor de los transalpinos.

De aquel partido, de aquella victoria de Italia en el Mundial de Naranjito, quedó la impresión de que se había impuesto el antifútbol. A pesar de Zico, los astros brasileños no brillaron tanto como otras veces ante un rival muy crecido. «Los dos hicieron el mismo planteamiento, defraudando a quienes esperaban la táctica italiana del marcaje férreo. Italia jugó como lo venía haciendo Brasil hasta ahora. Y Brasil, al verse en el espejo, se vio sorprendido de tanta belleza», proseguía la crónica.

Paolo Rossi, hasta esa tarde desaparecido, muy cuestionado por la prensa italiana, marcó tres goles que propagaron el luto en Río de Janeiro. A partir de ahí Pablito resultó imparable, con otros tres goles que guiaron a Italia al tercer Mundial de su historia. El «piccolo Sarria» como bautizaron los transalpinos al escenario de su gesta marcó, sin embargo, el inicio de una pequeña maldición para Italia, incapaz de ganar a Brasil en los últimos 30 años, final del Mundial de Estados Unidos incluida.

Un duelo poco amistoso

«No hemos jugado contra Brasil muchas veces en los últimos años, pero las pocas veces que los enfrentamos, hemos jugado bastante mal», explicaba este miércoles el capitán Gianluigi Buffon, heredero del gran Dino Zoff. «Sabemos que es un gran equipo, pero nosotros también lo somos», añade Andrea Pirlo, corazón de esta remozada Italia que ahora mima el balón por encima de todo, una filosofía a la que ha renunciado en los últimos tiempos una Brasil lejos del primer escalafón mundial.

Imposible concebir un choque entre Brasil e Italia como un amistoso más, el duelo de Ginebra marcará el nivel de ambos combinados. Aunque el comedido Prandelli huya de cualquier favoritismo, el rendimiento de Italia en la Eurocopa han generado ciertas expectativas, especialmente por la mezcla entre la veteranía de vacas sagradas como Buffon, Pirlo o De Rossi y talentos con futuro como El Shaarawy, De Sciglio o Alessio Cerci, la sorpresa de la convocatoria. De fondo, el debate abierto ante el posible regreso de un infinito Totti en gran estado de forma a la «Azzurra».

Incapaz de derrotar a Colombia, Argentina o Inglaterra en las últimas citas, Brasil necesita ganar esta noche para recuperar confianza. Felipao promete buscar la victoria con tres delanteros, Hulk, Neymar y Fred, que dejarán a Kaká en el banquillo. Además, Scolari podría dar minutos a Diego Costa, jugador del Atlético de Madrid, que si llega a debutar ya no podría ser convocado por la selección española. Una pincelada más en el duelo entre las certidumbres de Italia y los interrogantes de Brasil, pequeño aperitivo de su futuro enfrentamiento en la Copa Confederaciones.

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