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Ciclismo

La Vuelta regresa a la gran montaña desde Holanda

La ronda empezará un viernes, saldrá de Utrecht, tendrá tres días de descanso y cinco puertos inéditos en un recorrido clásico

José Carlos Carabias

Se presenta la Vuelta a España de 2022 y se habla de equilibrio, narrativas para construir historias, etapas redondas y montañas. La puesta de largo de la carrera es siempre un punto de abastecimiento ciclista en el que se encuentran las diversas familias de este deporte, organizadores, equipos y corredores, la prensa y los patrocinadores, las diputaciones y los ayuntamientos que promueven el recorrido cada año. Una suerte de comunidad multicultural cuyo nexo de unión es un mapa de España en el que se dibuja una cuerda que va uniendo enlaces del territorio. España y esta vez Holanda, ya que por cuarta vez la ronda nacional sale del extranjero.

Dice Javier Guillén, el director de la Vuelta, que no existe un criterio fijo para confeccionar el recorrido «más allá del instinto y la inspiración que nos transmiten los territorios que va apuntando la aguja de nuestra brújula».

Hace años que la Vuelta ha construido una identidad relacionada con la montaña, el descubrimiento de puertos inéditos, rampas medio imposibles y un tipo de carrera que no da respiro vinculada a la incertidumbre y la emoción de lo inesperado. La Vuelta arriesga desde 2008, explora escenarios y asocia su producto al patrimonio de un país por descubrir.

La Vuelta 2022 sale de Holanda un viernes, el 19 de agosto, porque habrá tres días de descanso, detalle infrecuente en las grandes rondas, donde suele haber dos. En Holanda es el inicio, igual que el Tour de Francia parte desde Dinamarca o el Giro de Italia desde Hungría. Es la tendencia en el ciclismo al mundo global, sin separarlo de la búsqueda de ingresos económicos extra.

La bicicleta es uno de los elementos más comunes en el paisaje de los Países Bajos. Se suele decir que hay más bicicletas que personas en una nación de sensibilidad muy desarrollada hacia la movilidad limpia con el medio ambiente y cómoda para el ciudadano. Holanda acogerá tres etapas, una contrarreloj por equipos de 23 kilómetros en el inicio, más dos recorridos llanos en Utrecht (12.500 plazas de parking para bicis) y Breda.

La Vuelta regresa a España por el País Vasco, terreno conquistado y celebrado después de años de separación por el terrorismo de ETA. Bilbao festeja las bodas de plata del Museo Guggenheim, otra conexión cultural. En el norte esperan Cantabria y, sobre todo, Asturias, siempre punto crucial. En esta ocasión se descubre el Collau Fancuaya, siete kilómetros al ocho por ciento a treinta kilómetros de Oviedo. Y se vuelve al alto Las Praeres, esencia de las rampas imposibles que diseminaron las últimas ediciones de la ronda, tres kilómetros al quince por ciento de desnivel medio (quince kilómetros de elevación por cada cien metros de longitud).

Un potente traslado hasta Elche en el segundo día de descanso entrega la segunda contrarreloj, una cita individual de 31 kilómetros hasta Alicante. La crono aporta más signos de trazado clásico después de algunas ediciones en las que se descartó esta modalidad.

Viene luego un encadenado por Andalucía con tres finales en puertos de largo aliento, estilo Tour. El debutante Peñas Blancas, en Estepona, la sierra de la Pandera en Jaén y la carretera más alta de Europa hasta Sierra Nevada. «Por primera vez en 87 años de historia, visitaremos las ocho provincias andaluzas», cuenta Guillén.

La Vuelta gira en la última semana hacia Extremadura, enclave caliente de esta edición con dos puertos en final inédito. El Monasterio de Tentudía, una ascensión de ocho kilómetros al cinco por ciento en la provincia de Badajoz. Y el alto de Piornal, otro puerto largo, abierto a tácticas más que a imágenes agonísticas, de casi catorce kilómetros por el Valle del Jerte.

Después de transitar por Talavera de la Reina, la Vuelta cierra el verano en la sierra de Madrid, su habitual sierra por los puertos conocidos, Navafría, Morcuera, Canencia y final en la explanada del alto de Navacerrada y sus 1.856 metros. Madrid, ausente el año pasado por el año Xacobeo que llevó la ronda a Santiago de Compostela, clausurará la carrera. «La Vuelta se construye con historias de aventura y de épica. Tenemos la emoción garantizada», pronostica Javier Guillén.

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