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Solo una oreja a Cartagena y Galán en Las Ventas

Toros de Bohórquez de poca casta y emoción en la primera de rejones de San Isidro, sin ninguna salida a hombros

Andy Cartagena, en la suerte del teléfono Efe

Andrés Amorós

No hay salidas a hombros, como otras veces, en el festejo de rejones. Los toros de Bohórquez , manejables, transmiten escasa emoción. Andy Cartagena y Sergio Galán consiguen solamente cortar un trofeo.

Ésta es la primera corrida de rejones de las cuatro programadas en la Feria (tres domingos y un sábado). Con todos los respetos, el cambio con respecto a la pasión y la exigencia que hemos vivido en esta semana es demasiado grande. Supongo que, si la empresa lo hace, es porque atrae a un determinado público y porque le resulta rentable. No es un tópico decir que el tipo de espectadores y el tono benévolo son propios de estos festejos. Creo que a otros aficionados también les resultan excesivos estos cuatro festejos . Hoy en día, las cuadras de caballos suelen dar un gran espectáculo pero la falta de casta de muchas reses disminuye la emoción. (Antes, los rejoneadores lidiaban toros de las mismas ganaderías que los toreros de a pie, no había ganaderías especializadas en este tipo de festejos).

Andy Cartagena , discípulo de Ginés, su tío, ya ha abierto esta Puerta Grande diez veces. En el primero, manejable, destaca con «Picasso», de capa espectacular, con pintas, que clava fácil, y en los alardes ecuestres, con «Cafetero». Mata rápido y eficaz: saludos. Se muestra muy seguro y espectacular en el cuarto, levantando entusiasmo: baila con «Cupido» (como cualquier enamorado); camina sobre las patas traseras con «Luminoso», un alarde circense; mata a la segunda: oreja.

Con su sobrio clasicismo, Sergio Galán ha salido aquí a hombros ocho veces. El segundo mansea, se para pronto. Lidia bien con «Embroque»; «Titán» lo saca de tablas; clava a dos manos con el veterano «Apolo»; se muestra seguro y eficaz, mata pronto: saludos. Realiza lo más notable de la tarde en el quinto, que se mueve más, le permite mayor lucimiento. «Embroque» torea con la cola; «Ojeda» le da «muletazos»; con «Apolo», clava bien a dos manos. Rejón: oreja.

El onubense Andrés Romero , discípulo de Diego Ventura, ha actuado más en Sevilla –donde arrastra a muchos partidarios– que en Madrid. El tercero embiste pronto y con más celo pero acaba rajado. Andrés clava desigual, tiene problemas con «Guajiro» y mata caído, a la segunda. En el sexto se muestra muy gestual pero irregular, al clavar. Arriesga con «Fuente Rey», roza el percance. Levanta el entusiasmo, al caminar sobre las cuartos traseros, «Jerjes» (el mismo nombre del oratorio de Haendel). Mata a la primera y saluda.

Como solía matizar Eugenio d’Ors , ha habido entusiasmo pero no indescriptible. Estos festejos de rejoneo siguen atrayendo a cierto público pero conviene reformarlos, para que tengan más emoción, y centrarse en el toreo a caballo, más que en los alardes circenses.

Postdata. En su reciente librito «La dignidad del toreo», sostiene Gonzalo Santonja que «el toreo no es una manifestación cultural del pueblo español; es más, mucho más: el toreo es un elemento constitutivo de la personalidad histórica y cultural del pueblo español, viene de antes de nuestro nacimiento como nación». Añado yo: por eso algunos quieren prohibirlo.

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