Los mundos ajenos como tigres de neón de Ana Galvañ

Manuel Muñiz Menéndez

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30/05/2018
Actualizado 06/06/2018 a las 15:18h.

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Existe en el cómic español contemporáneo una corriente –podríamos definirla como vanguardista– que se aleja a un tiempo del dibujo realista clásico, de la tradición de la «línea clara» y de lo típicamente caricaturesco , en pos de una cierta estilización y del uso de nuevos recursos, jugando con el color y el diseño. En la estela de pioneros como Micharmut y pese a seguir caminos muy diferentes entre sí –desde la deformación grotesca hasta la casi abstracción–, autores como Begoña García-Alén , Irkus M. Zeberio , José Ja Ja Ja , Gabriel Corbera , Conxita Herrero , Nacho García, Carla Berrocal , Javier Lozano o Klari Moreno han producido durante los últimos años obras interesantísimas. Ana Galvañ (Murcia, 1975) estaría dentro de esta tendencia gracias a la forma en que sus engañosamente sencillas figuras –las cuales parecen fluir entre ser maniquíes y seres humanos inquietantemente inescrutables– se mueven por mundos de inhóspito colorido de neón .

Entre «Black Mirror» y « En los límites de la realidad » están los relatos que componen su último trabajo, este « Pulse Enter para continuar ». Los escenarios son campamentos galácticos de cristal líquido para telépatas, circos habitados por freaks en decadencia o despreciables departamentos de Recursos Humanos. Pero las historias se centran menos en estos elementos que en las personas que por ellos se mueven sin saber cómo navegarlos , sintiéndose incómodas, superadas por mundos avanzados pero montados en base a un sistema que parece buscar devorarlas como los tigres que se multiplican de forma incomprensible en el primero de los segmentos del libro.

Y es la parte gráfica, de nuevo, lo que ayuda a crear esa sensación de incomodidad, de inhumanidad . Los dibujos de Galvañ parecen estar siendo proyectados sobre sus páginas de colores intensos y a menudo fríos, que no son fondos ni marcos para las viñetas, sino que interactúan sutilmente con ellas, formando unos mundos por los que los personajes se mueven, pero que no están hechos por ni para ellos. Mundos que sigue sus propias normas, incógnitas . Esto hace de «Pulse Enter para continuar» una antología del desasosiego que seguramente le pondría los dientes largos hasta a Charlie Brooker . Y sin ni siquiera tener que volverse tan ludita como él para conseguirlo.