
Mateo Maté «mapea» su geografía íntima en cinco museos madrileños
Lázaro Galdiano, Biblioteca Nacional, Cerralbo, Museo de Artes Decorativas y del Romanticismo unen esfuerzos en un proyecto de colaboración para tener una mayor difusión. «Nuevas miradas» a sus colecciones a través de artistas contemporáneos
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12345Museo del Romanticismo
Obra de la serie «Hacer y deshacer», de Mateo Maté - Deseo Márquez. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Mateo Maté (Madrid, 1964) aterriza con «El eterno retorno» en cinco museos de la capital. En el del Romanticismo ha hecho dos intervenciones conceptuales en este museo. Para la primera de ellas, que pertenece a su serie «Hacer y deshacer», ha escogido una pintura romántica, cuyo tema es el naufragio, de la colección del Rijksmuseum de Ámsterdam. Ha hecho una reproducción del cuadro, pero con una peculiaridad: se deshace ante nosotros y se desparrama por el suelo. Como dice el propio artista, «es una pintura muerta, se ha suicidado; es el naufragio de un cuadro». Se trata de un juego, una broma surrealista, de gran impacto visual. Nos cuentan en el museo que los visitantes se sorprenden al verla y creen que se ha caído de la pared. La segunda intervención de Mateo Maté en el Museo del Romanticismo pertenece a su serie «Paisaje uniformado». En este caso reinterpreta un cuadro de Carlos de Haes, de la colección del Museo del Prado, con una impresión digital en tela de la obra empleando códigos cromáticos del camuflaje bélico. El artista quiere «devolver al arte lo que la guerra le ha quitado». Cree Maté que incluso los museos «son espacios militarizados: guardias jurados, cámaras de seguridad, cordones de protección... Esta estructura bélica, de guerra, está presente en el arte y en los museos».
Museo del Romanticismo. San Mateo, 13. Hasta el 23 de febrero.
Museo Lázaro Galdiano
«Nacionalismo doméstico», de Mateo Maté - Deseo Márquez. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Una de las marcas de la casa de Mateo Maté es la utilización en su trabajo de los objetos cotidianos. Como hacía Duchamp con sus ready-mades (objetos encontrados), este artista también escoge objetos normales, que cambian por completo su significado al darles un uso distinto al habitual. En este caso, su intervención tiene lugar en la sala de armas del Museo Lázaro Galdiano. Da la vuelta a la iconografía heráldica y militar, con una gran dosis de ironía: las banderas están hechas con manteles; en unos escudos hay fregonas, escobas y plumeros; en otros, sartenes, bandejas, cubiertos... En el centro, una mesa con la forma del mapa de España. Bajo el título «Nacionalismo doméstico», se entremezclan y confunden los símbolos estatales y los domésticos. La comida y la guerra están más cerca de lo que pudiera parecer. En ambos casos, dice el artista, hay un acto de conquista: se mata a otros seres humanos para atrapar su energía.
Museo Lázaro Galdiano. Serrano, 122. Hasta el 21 de enero.
Biblioteca Nacional
«Arqueología del saber», de Mateo Maté - Deseo Márquez. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Mateo Maté no solo se considera deudor de la tradición pictórica española, sino también de la literaria. Y qué mejor lugar para rendir tributo a esa herencia que la Biblioteca Nacional. En sus salas de exposiciones ha creado una instalación arqueológica muy potente visualmente: son seis piezas, que semejan esculturas, realizadas acumulando periódicos, en las que Maté ha excavado, cuchillo en mano, en su memoria. «Quería saber quién soy, qué he heredado; lo que he leído, lo que me ha formado e informado. Somos también información. Pero al mismo tiempo este trabajo ha sido un ejercicio de desmemoria. Al ir excavando te das cuenta de que ya no recuerdas muchas cosas». Estas piezas pertenecen a una serie que ha vuelto a retomar: «Siempre están abiertas», puntualiza.
Biblioteca Nacional. Paseo de Recoletos, 20. Hasta el 23 de febrero.
Museo Nacional de Artes Decorativas
«Desubicado», de Mateo Maté - Deseo Márquez. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Este museo se halla en plena remodelación tanto de su fachada como de algunas de sus plantas. Pese a que los andamios ocultan el museo, no está cerrado. En una de sus salas vemos una de las instalaciones más personales de Mateo Maté. Bajo el título «Desubicado», incluye una cama con forma de mapa de España, iluminada por un foco, deshecha, con las sábanas arrugadas. A un lado, un despertador que no es tal: si te acercas, en realidad se trata de una brújula. Y en una de las paredes se proyecta una película grabada por Mateo Maté en 2001 con una pequeña cámara situada a los pies de su cama, que aborda como «un espacio geográfico, convertida en un plano cartográfico de un inmenso territorio». El artista se propuso hacer esta pieza sin salir de su cama. «Me sentía perdido y gracias a esta pieza, que es un homenaje a las películas de aventuras de John Ford, conseguí centrarme». De marcado carácter onírico, Maté deambula, desorientado, por los pliegues de las sábanas, como quien vaga por el desierto.
Museo Nacional de Artes Decorativas. Montalbán, 12. Hasta el 23 de febrero.
Museo Cerralbo
«Viajo para conocer mi geografía», de Mateo Maté - Deseo Márquez. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte Nuestra última parada en este viaje por la cartografía interior de Mateo Maté es el Museo Cerralbo, otra de las joyas museísticas de Madrid, desconocida para muchos. En este caso su intervención se aprecia nada más llegar al museo. En realidad, se pisa, pues se trata de una «alfombra GPS», en la que el artista indica al visitante el lugar preciso, el punto geográfico de la ciudad donde se halla en ese momento.
Museo Cerralbo. Ventura Rodríguez, 17. Hasta el 23 de febrero