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Beiras, el político que va del drama al thriller
El diputado nunca ha renunciado a bajarse al barro de la política-espectáculo. Ayer lo demostró una vez más
Xosé Manuel Beiras, a pesar de su indiscutible papel como teórico del nacionalismo gallego y líder intelectual para muchos galleguistas, nunca renunció a bajarse al barro de la política-espectáculo. Su carrera, que transcurre paralela a la historia de su ideología y se dilata ya a lo largo de cuarenta años, fue fructífera en episodios histriónicos, pero es en esta legislatura en la que Beiras está llevando a cabo su verdadero «tour de force».
Quizá el acontecimiento más recordado por los gallegos sea el histórico zapatazo de Beiras en un pleno parlamentario de 1993. Allí se estaba discutiendo la reforma del reglamento del Parlamento cuando, en un caldeado debate protagonizado por el propio Beiras, el ya difunto Ceferino Díaz o el ahora imputado Conde Roa, el entonces dirigente del BNG recordó que el calzado puede ser una herramienta dialéctica muy «elocuente».
Este gesto estuvo calcado de otro zapatazo de hemeroteca, el del dirigente de la URSS Nikita Jruschev en una Asamblea General de la ONU de 1960. Con su imitación del líder soviético, Beiras se forjó el papel que le llevaría a ser conocido en toda España.
La violencia del zapatazo se filtró, con el tiempo, al discurso del líder nacionalista, que en 2011 ya se atrevía a decir, en un auditorio de la Universidad de Santiago de Compostela, que «los terroristas más peligrosos en este momento, no solo andan libres, sino que están en el poder», incluyendo en este grupo a personajes tan variopintos como Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba o Antonio María Rouco Varela.
«Hay que echarlos»
Tras la escisión del grupo que él lideraba dentro del BNG, Encontro Irmandiño, llegó la constitución de Anova, siempre bajo la batuta de Xosé Manuel Beiras. Y el grupo en el que se integró Anova, AGE, encontró en las salidas de tono dialécticas del gurú nacionalista una auténtica mina electoral.
La campaña de octubre de 2012 fue un muestrario de las «perlas» que era capaz de generar el entonces candidato a la Xunta de Galicia. Una de las más desafortunadas fue una continuación del símil de 2011: «Feijóo está matando a más gente que ningún grupo terrorista del Estado español», afirmó Beiras. Les dedicó a sus rivales políticos epítetos como «mamuts» y «pirañas» y enardeció a sus bases clamando «hay que echarlos».
Nada de esto sirvió para impedir la victoria electoral del Partido Popular en aquellos comicios. No obstante, cuando se constituyó el Parlamento, Beiras tuvo oportunidad, por motivos evidentes, de presidir la Mesa de Edad. El líder nacionalista no desaprovechó su oportunidad y aseguró que tenía que «vencer la malsana tentación» de disolver la Cámara autonómica.
En la presente legislatura, su escaño le permitió interpretar una amplísima variedad de papeles. Hace tan solo dos semanas nos sorprendía con sus melodramáticas lágrimas en la tribuna de oradores de O Hórreo. Ayer, en cambio, el catedrático de Economía Aplicada optó por ser el villano de un tenso «thriller» parlamentario.