proclamación de felipe vi

El primer discurso del Rey: «En esta gran nación, caben todas las formas de sentirse español»

Con guiños a la España unida, pero sobre todo a las demandas de los ciudadanos, el Rey ha adelantado que «la suya será una Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Aspira a que la población se sienta orgullosa de su nuevo Monarca

érika montañés - Actualizado: Guardado en: Casa Real

Un marcado tono social, apegado al espíritu de la calle, es lo que ha querido imprimir Felipe VI en el discurso inicial de su reinado. El primer «speech» en público de Don Felipe de Borbón y Grecia como Príncipe de Asturias se produjo en 1981 cuando a los 13 años dijo aquello de «he querido que fuese en este Principado de Asturias, un título que con tanto honor ostento»... Han pasado algo más de 32 años y el hijo de Juan Carlos I ha reeditado su primera vez, esta vez ya convertido en Monarca al albur del proceso de abdicación iniciado por su padre hace solo 17 días, cuando apareció ante los televisores de toda España para comunicar su intención de ceder paso al Heredero de la Corona. Felipe VI ha pronunciado sus palabras este 19-J histórico ante las Cortes Generales y siendo desde la pasada medianoche el nuevo jefe de Estado del país y ha adelantado -una frase que ha repetido dos veces- su objetivo desde este mismo momento: esta será «una Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Su mensaje ha estado impregnado de la dificultad económica de los tiempos que vivimos y ha insuflado el aire institucional necesario para desarbolar otros cantos de sirena. Ha pregonado, en suma y en primera persona, la estabilidad que supondrá para España su propio carácter y que ha envuelto todo el proceso de relevo en la Monarquía parlamentaria vigente como modelo de Estado. [Así contamos en directo la proclamación de Felipe VI en ABC.es]

El Rey se ha dirigido en primer lugar a los parlamentarios y asistentes al Congreso de los Diputados «con emoción -ha dicho literalmente- por el honor que supone recibir la Corona y con la mayor esperanza en el futuro de España, en esta nación en la que creo, a la que admiro y quiero». Tambien ha tributado su respeto, como no podía ser de otra forma, a la labor realizada por su padre Juan Carlos I, «su querido patrón» como él mismo le definió en una ocasión. Ha sido el único momento en que a Felipe VI se le ha quebrado tímidamente la voz, aludiendo al proyecto de concordia nacional que su progenitor quiso construir también con los valores inspiradores de su abuelo, el conde de Barcelona, e impulsar, junto a otras personalidades. El primer Rey que ha jurado sobre la Constitución de 1978 ha recordado a la «generación de la transición» que obró el milagro y logró la reconciliación de los españoles, lo que ha aprovechado para hilvanar su reconocimiento a la pluralidad de España -un mensaje reiterativo en las ultimas intervenciones del nuevo Rey aún como Príncipe-. Felipe VI no se ha olvidado de homenajear y despertar el aplauso de la Cámara Baja a «toda una vida de trabajo y servicio de la que ha sido durante 39 años Reina de España», su madre, Doña Sofía, artífice principal de la educación impecable del que ha sido hasta hace pocas horas Príncipe de Asturias, de Girona y Viana. [Así ha sido el discurso íntegro del Rey]

Educación en valores sociales y empleo

El Rey ha rememorado a sus profesores y ha reivindicado que es la misma educación sólida y en valores la que le inculca junto a su esposa a sus hijas, la nueva Princesa de Asturias, Doña Leonor, y la más joven de ellas, Doña Sofía. «Encontrarán en mí a un jefe de Estado leal, siempre dispuesto al diálogo»

Don Felipe se ha encomendado al juramento sobre la Constitución de 1978 que acababa de desempeñar, y ha alegado que encontrarán en su persona «a un jefe de Estado leal», dialogante, tolerante, al tiempo que con vocación de servicio al pueblo y apartidista. Con esa llamada a la España unida, Don Felipe ha dicho que «la Monarquía parlamentaria ha de ser intérprete de las aspiraciones y esperanzas de los ciudadanos y sentir como propios sus éxitos y fracasos». La cercanía con la población es la base, el eje motriz que vertebrará todos los movimientos de este nuevo jefe de Estado, como ha demostrado esta primera intervención como Monarca. [Lee el análisis de Ramón Pérez-Maura del regio llamamiento a la unidad que ha entonado el Rey, Felipe VI]

Muy importante para quienes escuchaban a través de las pantallas del televisor ha sido la petición a la clase política, denostada por la imagen de la corrupción y el fraude. «Que la ejemplaridad presida la vida pública con el Rey en cabeza», como demandan los ciudadanos, ha sido el alegato principal y objetivo de futuro de Don Felipe, que ha definido esta nueva era como la de una «Monarquía parlamentaria del siglo XXI, una Monarquía renovada para un tiempo nuevo».

El Rey ha recordado de forma impecable a las víctimas de la violencia terrorista, a los golpeados indignamente por la crisis económica -«con quien hay un deber moral para revertir esta situación y dar cobijo y protección a los más vulnerables», ha esbozado- y ha transmitido un mensaje de esperanza a los más jóvenes, para los que el empleo es crucial y cuyo trabajo debe ser una prioridad de Estado.

El Rey, un joven de su tiempo

«Los hombres y mujeres de mi generación somos herederos de ese éxito colectivo» de convivencia democrática y «es un deber transmitirlo» a las venideras, ha deslizado el Rey, que lo ha resumido en otra frase: la obligación de futuro es «mejorar el patrimonio colectivo de libertades y derechos que tanto nos ha costado conseguir». Se ha reivindicado en varias ocasiones durante su primer discurso, éste que inicia su reinado, como garante de una nueva generación más juvenil que quiere que la ciudadanía sea prioritaria para la clase política, que cuente, en una palabra: «Deseamos una España en la que todos los ciudadanos recuperen la confianza en sus instituciones, en una sociedad basada en la honestidad y el rigor, con mentalidad abierta y espíritu solidario y en una España en la que no se rompan los puentes del entendimiento». En ese marco de esperanza, «como Rey tengo fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo». «Tengo fe en la unidad de España, de la que la Corona es símbolo»

El Rey también ha pedido en su discurso de algo más de 25 minutos de duración que el concierto de las lenguas cooficiales, junto al castellano, sea «objeto de respeto y protección porque las lenguas conforman el conocimiento de las personas y las naciones». El Congreso ha interrumpido al Rey en este momento, con presencia de presidentes autonómicos como el catalán Artur Mas y el vasco Íñigo Urkullu, que han sido muy austeros en sus aplausos al soberano que hablaba. No obstante, conocedor de cada arista de la actualidad, Felipe VI ha demostrado ser consciente de la crisis territorial que atraviesa el país para tender su mano al concurso de todos: «Cabemos todos en la Constitución, sentimientos y sensibilidades, todas las formas de sentirse español. Los sentimientos no deben excluir, sino compartir y convivir y respetar y debemos reivindicar esa convivencia cada día», ha zanjado. En esa tarea se requiere «visión, responsabilidad y valentía», ha demandado el Rey. Para el soberano, España ha demostrado ser mejor cuando se ha sido capaz de compartir y no dividir. Ahora la España que pivota enfrenta un desafío histórico, territorial, social, político, tecnológico y económico y para ello, el Rey ha pedido que se haga la labor juntos para que España siga la senda del progreso y con ello se cree empleo, que «es ahora mismo la principal preocupación de los ciudadanos» a los que va a regir, ha reiterado.

En su primera alocución pública como Monarca, ha diversificado mucho sus enfoques. Ha mentado el papel de la mujer que hay que afianzar, el respeto al entorno y el medio ambiente y la necesidad de impulsar la innovación y el desarrollo.

En otro terreno, el de las relaciones internacionales, el Rey que ha acumulado como Príncipe casi 200 viajes oficiales por más de 60 países y que ha asistido a 69 investiduras de presidentes iberoamericanos, ha pedido tener en cuenta que el mundo está globalizado y los retos tienen ese cariz mundial, por lo que él mismo se encargará, como su progenitor, de llevar el buen nombre de España y afianzar e impulsar las buenas relaciones con el resto de los países. «He querido transmitir mis convicciones y compromisos sobre la España a la que aspiro»Para concluir, el Rey ha refrendado la intención de su primer discurso de reinado: «He querido cumplir con el deber que siento de transmitir mis sentimientos, convicciones y compromisos sobre la España con la que me identifico, a la que quiero y a la que aspiro. También con la Monarquía parlamentaria en la que creo, una Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Y ha abogado: «Tengo fe en la sociedad española, madura, vital, responsable y solidaria, que está demostrando una gran entereza y espíritu de superación. Tenemos un gran país, somos una gran nación, creamos y confiemos en ella». Con gran afición por la Literatura, el Rey ha mentado a Miguel de Cervantes quien, por boca de su Quijote, lanzó un mensaje al mundo:«No es un hombre más que otro si no hace más que otro».«Nada más me honraría más que mi pueblo se sintiese orgulloso de mí y de mi labor», ha completado el Rey para cerrar esta ceremonia laica dando las gracias, por este orden, en castellano, catalán, euskera y gallego.

Tres décadas de intervenciones públicas

Durante estas más de tres décadas que deja atrás como Príncipe de Asturias, Don Felipe había jalonado sus intervenciones públicas siempre con guiños a las prioridades de la ciudadanía y las preocupaciones que asediaban a un país que algún día, tal y como el de hoy, regiría con la voluntad impertérrita de servir al pueblo español. Como Príncipe, ha dejado huella en sus alocuciones y en sus oyentes por su gran inteligencia y su preparación. Tres han sido los comandos que han predominado en todos ellos, especialmente desde el estallido de la crisis que cruza el país: la superación del pesimismo y la recuperación de la fuente de la confianza; la defensa impávida de la ética y la honestidad por encima de otros valores; y el alegato para preservar las señales de identidad y la unidad de España.

En su primer discurso como Rey, ha sido coherente con esta línea marcada por su propia personalidad. Quien ahora luce estandarte de color carmesí y goza de gran aceptación popular como uno de los miembros de la Casa del Rey más valorados ha comenzado dando un paso al frente y encarando el futuro del país, con el recuerdo siempre presente e imborrable de aquella noche del 23-F en que su padre le obligó a pasar la noche con él en el despacho del Monarca para que no perdiese detalle de su primera lección práctica. «Felipe, no te duermas. ¡Mira lo que hay que hacer cuando se es Rey!», siempre ha relatado Juan Carlos I que espetó a su vástago, adormilado en una butaca. Ese aprendizaje y su papel moderador marcan el inicio de un nuevo tiempo, tal y como él ha querido que sea.

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