
El doctor H está tirado en el suelo del cuarto de baño con dos pastillas de vicodina en la mano. Acaba de romper el espejo que le devolvía la imagen de un hombre solo, amargado, frustrado por la muerte de su última paciente con la que (oh, milagro) tuvo un chispazo de empatía. Además, la mujer de su vida ha decidido casarse con su novio y, al enterarse, él le ha regalado una bordería marca de la casa: “Es genial, una lección vital de una madre soltera de mediana edad que sale con un hombre-niño”. Detrás del espejo, en un agujero de la pared, esconde su alijo de drogas. ¿Qué tal un último viaje, el definitivo, y dejamos de preocuparnos por el dolor? Los que estamos al otro lado vivimos el desenlace con el corazón en un puño. “Ayúdeme”, el último episodio de la estupenda temporada 6 de House, culmina la redención de una serie que había dado síntomas de agotamiento. Y no por culpa del lupus.
Me enganché a House por culpa de una enfermera que conozco. Y por frases como ésta: “Ramona, qué picarona -le dice a una anciana a la que realiza un examen vaginal-. O se ha echado un novio de 19 años o uno de 80 que toma pastillitas azules”. Recuerdo un capítulo en el que el doctor reanima a un paciente que había firmado previamente un documento de “No RCP” (No Reanimación Cardiopulmonar) porque pensaba que aún podía salvarle la vida. Acabó ante el juez, aunque al final su maniobra fue clave para la curación del enfermo. En España no es habitual que el interesado pueda decidir un “No RCP”, salvo que sea joven y mantenga la cabeza lúcida. Lo normal es que lo haga el médico o la familia, aunque en ocasiones ni siquiera los parientes están informados. La citada enfermera me contó una anécdota del hospital donde trabaja. Una compañera suya llevaba en la mano la historia clínica de un enfermo que estaba “pidiendo pista”. Arriba, encabezando el informe, el médico había escrito la siguiente frase: “Si PCR No RCP” (Si Parada Cardiorrespiratoria No Recuperación Cardiopulmonar). Un familiar del paciente lo leyó inopinadamente y le preguntó a la sanitaria:
-Señorita, ¿qué quiere decir “Si PCR No RCP”?
La enfermera tragó saliva. Si el médico se enteraba de esta distracción, se le caería el pelo. Después de meditar unos segundos, contestó:
-Pues... nada importante. Significa: “Si Pide Calamares Rebozados, No Rebozar Calamares Por favor”).
La historia, desde luego, es digna de House.
Por cierto: “Está pidiendo pista”. Cuando escuché la frase por primera vez no podía dar crédito. Que un enfermo “pida pista” significa, como ustedes ya habrán adivinado, que está a punto de citarse con la Parca. ¿Una maldad denunciable? Bueno, la ironía es uno de los pocos salvavidas que existen para no ahogarse en la crueldad de este mundo. En los hospitales saben mucho de esto. Tengo un amigo al que le divierte House, pero si fuera paciente de él “le metería el bastón por la boca”. Es posible que los métodos que este médico cojitranco e impertinente utiliza con sus pacientes causen alarma, pero la muerte es infinitamente más borde. “¿Preferiría un médico que le coja la mano mientras se muere o uno que le ignore mientras mejora? Aunque yo creo que lo peor sería uno que te ignore mientras te mueres”.
¿Y qué me dicen de la filosofía vital de este individuo? Todo el mundo miente. Ocurre en nuestra familia, en nuestro trabajo, en la consulta del médico...
House: “El 30 por ciento de los padres no saben que están criando al hijo del otro”.
Foreman: “He leído que la paternidad falsa no pasaba del 10 por ciento”.
House: “Eso es la cifra de las madres”.
Sin embargo, el doctor H, sentado junto al retrete, a punto de arrojarse él mismo por el desagüe, ya no puede engañarse a sí mismo. Es un tipo despreciable que transmite el infierno de su pierna -su maldición- a la humanidad. De repente, cuando parece que va a sucumbir a la vicodina, llega la doctora Cuddy. ¿A detenerlo? No. Tú mismo. Recuerdo una frase que House le soltó en su despacho: “Bonito traje. Dice: soy profesional sin dejar de ser mujer. Lo segundo lo dice a gritos”. Esta vez la directora del hospital no viene escotada y apretada, sino vestida con un mono de batalla. Le ofrece una información vital: “He dejado a Lucas”. En ese momento sabemos que los regates entre ambos se han acabado, que la serie se ha redimido del todo... y el personaje torturado está a punto de hacerlo. El beso final no miente. “Soy la persona más destructiva del mundo”, dice House, en un último intento por volver a la cruda realidad. “Lo sé”, le contesta Cuddy. “Te amo”.